17 dic 2015

Vístete para sudar y no para sangrar

Vístete para caer y no para taquillar. 

Son varios los eslogan para llamar la atención de los motociclistas. No sólo para vender, sino también crear conciencia y cuidarnos. 
Cada vez está haciendo más calor y la tentación de dejar la chaqueta o las protecciones en la casa se vuelve más irresistible. Y ahí hace más sentido el "vístete para sudar y no para sangrar". 

Susan y yo tenemos chaquetas de cuero con protecciones en los hombros, los codos, la espalda y el pecho. Aunque la mía tiene mucha ventilación, cuando estoy detenido o en los tacos sudo bastante. Pero recordar el dicho "existen dos tipos de motociclistas, los que se han caído y los que se van a caer", me motiva a seguir cuidándome. 

Ya me he caído tres veces. La primera vez había sacado recién mi licencia de conducir, aun no me compraba ninguna protección, sólo el casco que acá en Chile es obligatorio, pero salía con una chaqueta de cuero por ser resistente a la abrasión en caso de caída. 
Iba llegando a un paso de cebra, por lo que estaba bajando la velocidad, miré y no vi a nadie, cuando comienzo a acelerar, aparece el peatón distraído. 
Debido a la sorpresa frené demasiado brusco, demasiado, haciendo que la rueda de atrás patine y no atiné a soltar el freno. Pensé que todo había sido muy rápido, ahora me doy cuenta todo el tiempo que tuve para reaccionar. 

Me caí y me arrastré algo así como un metro y quedé a los pies del peatón. Él me miró asustado diciendo: "sorry, no te vi" y me ayudó a pararme. Yo estaba más preocupado por la moto, cero km y recién comprada, mi primera moto!! 
Me paré respondiendo "yo tampoco te vi", me sacudí dignamente, miré la moto y todo bien, no le había pasado nada. Me subí y seguí andando mientras me sobaba el codo y la rodilla "pa' calla'o".

La segunda vez fue debido a un "evento", como le dicen los políticos a los tremendos cráteres que adornan nuestras calles. Más que hoyo era una calle sin terminar, era de noche, yo iba un poco cansado, el foco de la Regal Raptor (mi segunda moto) es una vela y justo en esa esquina el farol de la calle estaba quemado por lo que estaba muy oscuro. Vi el gigantesco hoyo muy encima, traté de hacerle el quite pero no alcancé. Ahora sé que los obstáculos hay que enfrentarlos. 
Me faltaron como 10 cms para zafar al caer en ese cráter salí catapultado por encima de la moto, amortiguando con el hombro izquierdo, miré de reojo a mi nena y le dije: Tranquila mi amor no pasa nada. 

Me quedé un momento tendido en el suelo, aunque no me dolía nada sé lo peligroso que es pararse inmediatamente. He tomado cursos de primeros auxilios por lo que me hice un chequeo de pies a cabeza para corroborar que todo estaba bien antes de pararme y ahí sentí un dolor en el hombro. 
Se acercó una luz y noté que era un colectivo, me paré para que no me atropellara. El conductor se bajó y me ayudó a levantarme, no podía faltar el curaito (hombre ebrio en la calle) que me ayudó también. Entre los 3 intentamos levantar la moto y ahí dije, sí, es grave. No podía mover el hombro.
Antes de irse el curaito me pidió una moneda para una cañita.
Me llevé la moto así, tuve que esperar un rato hasta que recuperé la movilidad de la mano para pasar los cambios, pero como no podía levantar el brazo, lo levanté con la mano derecha y lo puse en el manillar. 
Sin dudas el acolchado de la chaqueta amortiguó muchísimo la aparatosa caída. Siempre pensé que en un caso así sabría como reaccionar. Pues no, solo nos dejamos llevar por la inercia. 

Al otro día fui al médico. Esguince de hombro y rotación de ligamento. Estuve en terapia con el kinesiólogo y me sané 100%. Hoy hago ejercicios con una banda elástica para mantener el hombro fuerte y puedo escalar sin problemas. 

La tercera vez fue exactamente hace una semana. Hacía un calor terrible. Ese día andaba con chalas y decidí salir así. Como nos vamos a caer - pensé. Pero la costumbre me ganó y me puse los bototos. 
Íbamos con Susan en la moto de mi papá (mi primera moto, la Gitana), cuando veo mucha agua en la calle. No le presté mayor atención y comencé a reducir la velocidad pues el semáforo estaba en rojo. Resultó no ser sólo agua, estaba mezclada con aceite, así que de la nada la moto patinó, lo vi todo en cámara lenta, traté de controlarla pero no hubo caso. Nos caímos y nos arrastramos unos metros. 
Miré hacia atrás y vi que Susan estaba bien, aunque su cabeza pasó a llevar la cuneta y el casco quedó con unos raspones. Ambos íbamos con chaquetas las cuales quedaron con raspones, pero nosotros no. Unos golpes menores en la rodilla y mi bototo también raspado por la fricción con el asfalto. Casi siempre usamos rodilleras, justo ese día no. 

Les cuento ésta experiencia para que nos cuidemos, usemos nuestras protecciones y manejemos a la defensiva siempre. Mejor sudar que sangrar. He visto muchos motociclistas en polera estos días. 
Si no lo hacemos por nosotros, hagámoslo por esa persona que espera cada día que lleguemos sanos y salvos.  

Existen también unas armaduras muy fresquitas que podemos usar en estos días en lugar de la pesada y calurosa chaqueta. No son tan caras. Les aseguro que son mucho más baratas que un hombro o una rodilla dañada. 

Así que recuerden siempre que si no se han caído, tengan por seguro que lo harán, y depende de ustedes en las condiciones en las que se levantarán para seguir disfrutando de sus hermosas máquinas. 

Les deseo buenas rutas y muy buenos vientos! 

Uri, el navegante. 



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